CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El Frente para la Victoria no tiene candidato alternativo a Cristina Fernández. Por lo tanto los posibles estados de ánimo de la Presidente son cuestiones secundarias para quienes privilegian el proyecto político. Y ese mensaje que baja del FpV fue interpretado en forma coincidente por los columnistas dominicales no K.
Luego, para asegurar el triunfo en 1ra. vuelta hacen falta votos en la clase media y el discurso crítico del sindicalismo apunta a obtenerlos, apelando a la desmemoria de mucha gente acerca del origen del desmadre en el reclamo de algunos sindicalistas.
Aqui un interesante compilado dominical.
"(...) A veinte semanas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Cristina paladea una amarga medicina, porque sabe que, como proclamó el zigzagueante gobernador de Salta, José Miguel Urtubey, el jefe camionero es un piantavotos. El enojo de la Presidenta es en consecuencia función directa de su negada vocación reeleccionista.
Nada nuevo en el peronismo, se dirá. Efectivamente, las tensiones intrínsecas en el dispositivo justicialista son poco menos que eternas, marcando una suerte de balanceo casi ritual, acercarse y alejarse, exigir y conceder, o pedir y ser rechazado.
Hoy, a 140 días de la primera vuelta electoral, hay unas papas que queman en el reducto presidencial y, por ello, las necesidades son otras. Pero hace pocas semanas, el 31 de marzo, la mesa fue tendida en la Casa Rosada para un hecho inusual y único, exclusivo privilegio de Moyano. Ese día, la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Carga (Fadeeac) firmó el acuerdo salarial 2011 con Hugo Moyano en la propia sede del poder político argentino. (...)
El kirchnerismo siempre amó abiertamente las resoluciones de los conflictos en el enrarecido aire de las cúpulas. En ellas ha nacido; la militancia que hoy se multiplica en oficinas públicas y provinciales y reporta al oficialismo es un fenómeno esencialmente construido de arriba hacia abajo, como enseña Beatriz Sarlo en sus ensayos más recientes. Eso es concreto; alérgico al desorden que no manipula, el Gobierno ahora exhibe frialdad y enojo con Moyano, una persona de modales gruesos, pero que siempre fue lo mismo. No nació de un repollo, ni se "radicalizó" hace pocas semanas.
Moyano es el de siempre, el que se alineó con Adolfo Rodríguez Saá entre 2001 y 2003, y el que arrojó océanos de nafta al incendio social argentino entre 1999 y 2001. Es también el que en los años oscuros y sangrientos de la década del '70 militaba en los grupos más belicosos de la ultra derecha nacional-peronista de Mar del Plata. (...)".
"(...) El tono de cómo dijo lo que dijo en relación a Moyano sirve también para especular sobre si el riesgo de haber salido con todo contra su poder fue calculado y sobre todo cuánto de imagen positiva pudo haber ganado entre los habitantes de las grandes ciudades, casi todos ellos representantes del centro político, oponiéndose con tanta frontalidad a la persona que, según todas los sondeos de opinión, más irrita a los argentinos.
Las encuestas marcan con gran claridad que las clases medias urbanas hoy están que trinan contra todos los problemas que criticó Cristina y en la Casa Rosada están convencidos que esa metodología está siendo alentada por la CGT para ganar extorsivamente espacios de poder. (...)
(...) la oposición de la Presidenta a Moyano tiene que ver con la vieja disputa setentista contra la burocracia sindical, hoy atenuada en sus métodos, aunque desde el poder se le apunta además a la insaciabilidad del camionero, quien puja con la Casa Rosada desde una estructura pletórica de dinero a la que los Kirchner no dejaron de contribuir, canjeada por el disimulo ante el flagelo inflacionario, en nombre de aumentos de salarios que corren desde atrás a los precios.
Justamente, este último punto enlaza con las fisuras que tiene abierto el casco del modelo, ya que la productividad no es para nada garantía de esos incrementos, mientras que la inflación corroe el bolsillo sobre todo de quiénes no están formalizados en la economía ni entran en la órbita gremial.
Los expertos entienden que, aún a esta altura, el desborde inflacionario podría arreglarse con un mínimo costo en el empleo a partir de un service, pero el Gobierno prefiere mirar para otro lado hasta octubre, sin preocuparse siquiera por cierta espiralización inflacionaria que podría sobrevenir a partir de julio, tras el cobro del medio aguinaldo. Lo que ha hecho el Gobierno, tal como sucede siempre que hay algo que no atina a manejar, es no admitir sus errores y busca echarle la culpa del aumento de los precios, a terceros. El Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández responsabilizó de la inflación a la "conspiración de las consultoras contra el pueblo"; en cambio, Cristina apuntó a los sindicatos: "Si hay algunos que creen que puede ser mejor otro modelo, que creen que han tenido o tienen tanto poder para torcer voluntades, para que el modelo sea desprestigiado, quiero decirles que conmigo no van a contar".
El punto central es que hasta ahora la inflación no se termina de instalar como un grave problema a solucionar ya que la opinión pública, sin reparar en los costos sociales, parece estar obnubilada por la ilusión monetaria que le generan sueldos en alza y el dinero inyectado desde el Estado. Los más avisados porque saben que este escenario no permite invertir, pero sí es bueno para especular; los mayores porque tienen la experiencia de que alguien lo vendrá arreglar, pese a todo y los más jóvenes, los más proclives a votar al kirchnerismo, porque aún no conocen los procesos inflacionarios ni sus secuelas. Los más pobres, lamentablemente, sólo aspiran a que el Estado les ajuste los planes sociales."
"Conclusión cantada: Después de denunciar dramáticamente a sus enemigos internos de andar buscando "derrumbar" el modelo puesto en marcha en 2003, que fue eso, a fin de cuentas, lo que ella dijo en su discurso del jueves en José C. Paz, Cristina Fernández emergió más firme que nunca como la candidata presidencial del gobierno. Sólo un cataclismo político, o un derrumbe de la economía, que hoy nadie avizora, o, tal vez, el agravamiento de su agotamiento físico y mental que ella misma denunció y que Aníbal Fernández se encargó después de corroborar, podría torcer ese destino de las cosas.
(...) Debe convenirse, en todo caso, si se escucha a voceros gubernamentales que ayudan a entender toda la trama, que Cristina midió muy bien sus pasos. Y calculó cada una de las palabras de ese discurso con sabor a ultimátum. Veamos.
1) Ella, literalmente, juntó bronca a medida que se desayunaba cada día de las últimas semanas con un conflicto gremial nuevo. Venía de decirle a Oscar Parrilli y Carlos Zannini, durante una charla matutina en Olivos, que estaba "un poco harta" de ese andar sindical, mientras por lo bajo, en las últimas tres reuniones que mantuvo en reserva con el líder cegetista, la charla siempre terminaba en lo mismo: el reclamo de cargos en las listas de octubre y planteos concretos sobre los pergaminos que tenían los dirigentes y su lucha en defensa del modelo para poner a los vices de Scioli y de la propia Cristina. En la última reunión, que terminó mal y que fue la gota que rebalsó el vaso de la mandataria antes de su duro mensaje, Moyano puso sobre la mesa concretamente, y una vez más, los apellidos de Héctor Recalde y Carlos Mancini, legislador provincial y secretario general del gremio del CEAMSE, que se encarga, en territorio bonaerense, del reciclado de la basura que descargan los camiones de Covelia, la empresa vinculada a los negocios familiares del titular de la central obrera.
2) El siguiente paso fue elegir con cuidado el escenario para descerrajar la munición gruesa que venía acumulando: el municipio de José C.Paz, donde el intendente Mario Ishii suele mostrar chapa de ser barón entre barones del bravo Conurbano: es de un kirchnerismo recalcitrante. Nada como ese palco y esa muchedumbre que hasta derrama lágrimas cuando ella las derrama, para despotricar contra algunos traidores internos, que le soban la espalda con una mano y esconden el cuchillo en la otra.
3) El discurso, finalmente, fue para los Moyano. "Que cada uno se ponga el sayo que le quepa", había disparado aquella noche de jueves un funcionario del entorno, lejos de las acomodaticias frases del día siguiente de Aníbal y de Carlos Tomada. Revela ese confidente que a Cristina le había revoloteado en la cabeza, durante toda la previa y antes de subirse al palco que le preparó Ishii, el nombre de Pablo Moyano y su deseo de cobrarle públicamente aquella factura que más la enfureció, que fue la amenaza del secretario adjunto de los camioneros de parar el país si no le daban el plus salarial para compensar el magro 24% de aumento que apenas un par de semanas antes habían aceptado delante de la propia Cristina, en la Casa Rosada. Se tragó ese sapo, pero igual quedó flotando en el ambiente que sus denuncias contra quienes piensan en sus propios intereses y no en los del conjunto y "terminan por provocar el derrumbe" del modelo que tanto les costó construir desde 2003 a la fecha, iban directo a la cabeza del hijo mayor del líder de la CGT. Y para Hugo también.
(...) Para sus fieles, Cristina confirmó, con su fuerte gesto de José C. Paz, que es más candidata que nunca y que su suerte está atada a ese destino, aunque le pesen el físico y la salud. Y mandó un claro mensaje hacia quienes creen que pueden tirarle del saco para sacarle prebendas con el pretendido beneficio de un apoyo que, en el caso de Moyano, reconoce ahora que puede convertirse en un pelotazo en contra, frente a la mirada de espanto del grueso de la sociedad ante los desbordes sindicales.
Y avisó, en todo caso a través de un mensaje cifrado, que ella es la única candidata del espacio y que no hay muletos. Como lo dijo aquel confidente del principio: "Jamás pensamos, ni por asomo, en un candidato alternativo". Lo más relevante, tal vez, haya sido que, por primera vez, salió de su propia boca el reconocimiento de que sus enemigos también están adentro, caminan a su lado..."
"(...) Moyano habla de candidatura vicepresidencial, de la de vicegobernador en Buenos Aires y de una cesión al sindicalismo del 33% de las listas de legisladores. Tanta ambición se solucionaría con un solo lugar y un solo nombre: el de Moyano como primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires.
El líder cegetista necesita de un lugar distinguido en el Congreso no para imponer sus ideas, sino para alcanzar la inmunidad parlamentaria. Scioli no quiere eso y es más que probable que Cristina Kirchner lo quiera menos que Scioli.
Sergio Massa se entreveró con el sindicalismo en el peor momento de la relación de éste con Cristina. Cayó en una trampa, producto de cierta frivolidad política por parte del popular intendente de Tigre. Se metió en una operación sindical para presionar a Scioli por las listas de legisladores, explicaron funcionarios nacionales. Moyano le contó luego a Scioli que él no formaba parte de esa conspiración, pero el gobernador sabe que las palabras de Moyano son a veces muy distintas de sus actos.
Sea como sea, la Presidenta dio una orden terminante: El gobierno nacional debe respaldar a Scioli, le dijo incluso a Aníbal Fernández, que ya estaba cayendo en la misma trampa que lo encerró a Massa. No es sólo una cuestión de solidaridad personal, que en política es siempre relativa. Se trata de la conveniencia presidencial: Scioli deberá enfrentar la elección provincial el mismo día en que lo haría Cristina Kirchner por la renovación de su mandato. ¿Para qué, entonces, debilitar a quien podría ayudarla a juntar votos en el principal distrito electoral del país?
El conflicto con la Presidenta se agravó, entonces, cuando un sector sindical se coló para promover al futuro gobernador de Buenos Aires. Esa es una decisión que pertenece a la política y no a los sindicatos. Es una reacción propia de Cristina Kirchner y de cualquier otro presidente.
La Presidenta tenía razones sindicales de sobra para hartarse de Moyano, pero también influyeron esas maquinaciones puramente políticas. En rigor, Cristina sólo intuye, sin conocerlo a fondo, el clima real de intranquilidad que existe en amplios sectores sociales por la indisciplina laboral, que afecta a diario a los servicios públicos y que todavía provoca escasez de naftas.
Ahora bien, ¿vale la pena derrocarlo a Moyano prematuramente? El kirchnerismo puro cree que sí.
¿Alguien pensó en el día después?, pregunta el peronismo más clásico.
¿Por qué Gerardo Martínez sería mejor que Moyano si compiten entre ellos hasta por quién es más violento?, insisten estos últimos. La última decisión será de la Presidenta. (...)"
"El dato viene de alguien que conoce al minuto lo que ocurre en Tribunales: un abogado vinculado a Hugo Moyano anduvo preguntando a partir de qué momento los candidatos disfrutan de la protección de los fueros parlamentarios.
La averiguación le otorga más consistencia a la hipótesis según la cual Moyano terminará anotándose como primer candidato a diputado en la Provincia. Esa candidatura puede ser el lugar natural para quien además de conducir la CGT preside el peronismo boanerense. Pero no ocultaría la eventual búsqueda de fueros para guarecerse de investigaciones judiciales en marcha.
A contrapelo de la costumbre, aquí los términos podrían invertirse y la política quedar rezagada detrás del avance de los expedientes. En ambientes políticos y aun sindicales se da como probable que durante el mes de junio el juez Norberto Oyarbide mueva algunas causas que involucran a las jerarquías gremiales.
Moyano podría ser uno de los alcanzados por medidas que disponga el hábil magistrado, experto en el arte de correr de un platillo a otro de la balanza judicial para depositar en ellas cargas políticas equivalentes. Y los fueros, si es que de verdad Moyano los persigue, recién estarían disponibles a mediados de agosto.
Fuentes de la Justicia explican que según los artículos 60 y 61 del Código Electoral, puede considerarse que los fueros están vigentes desde el momento en que se oficializan las candidaturas.
Esto no sucederá antes del 14 de agosto, fecha de las internas abiertas y obligatorias que consagrarán a los candidatos para octubre. Este dato, desalentador para sus fines, se llevó aquel abogado que husmeó en los tribunales.
Ya en vida de Néstor Kirchner, Moyano rumiaba su bronca porque sospechaba que detrás de cada movimiento de Oyarbide operaba la mano kirchnerista para acorralarlo, limar su poder y, en extremo, meterlo preso. Moyano podía exagerar con sus recelos, pero esas sospechas nunca parecieron disparates.
Hay una lógica de poder que Moyano y los Kirchner comparten: cuando se construye un sistema totalmente vertical y se busca la máxima concentración del poder, pueden tolerarse las alianzas transitorias pero nunca se aceptan socios para compartir esa cumbre conquistada.
Néstor supo llevar con flexibilidad la alianza fundamental que había forjado con Moyano. Las tensiones nunca llegaron a la explosión y los dos se beneficiaron siendo aliados.
Ahora hay dos problemas: Cristina es menos flexible que Kirchner; podría decirse –aun a riesgo de simplificar demasiado– que es más ideológica y menos política. Y Moyano quiere ser socio de lo que viene, por eso busca hacerse fundador de la reelección de Cristina y a la vez reclama un vicepresidente y un gobernador bonaerense. La combinación entre menor flexibilidad y mayor ambición solamente puede dar como resultado una fórmula explosiva.
Para colmo, los modos de expresar esa discordia básica que encarnan hoy Cristina y Moyano, enardecen y aumentan la propia discordia. (...)
El viernes por la mañana, el día después del durísimo discurso de Cristina, hubo reunión en la CGT. La cúpula sindical hizo catarsis: se escucharon palabras muy gruesas contra la Presidenta , hubo bravatas y promesas de guerra santa y muy pocos dirigentes del núcleo duro del moyanismo aconsejaron analizar todo con más ponderación y menos calentura.
Moyano tuvo la última palabra, como corresponde al jefe. Ordenó una semana de silencio de radio.
“No vamos a decir nada, ni en contra ni a favor de la Presidenta” , explicó un vocero sindical. (...)".
"(...) Parecía otro discurso más de Cristina en esta nueva etapa del kirchnerismo cuando lo que se busca es elevar a niveles mitológicos la imagen marmórea de Néstor, el ex presidente y esposo al que ella menciona como “él”, para ella ponerse a su humilde lado. Pero a José C. Paz la Presidente asistió para algo más que cumplir el rito -en seis meses repetido tantas veces como si hubiera pasado un siglo- de la veneración del muerto. Por eso aspiró fuerte y pronunció una frase excesiva: Junto a mi compañero –dijo–, hemos hecho más que nadie en la historia para terminar con la explotación de los trabajadores. (...)
El jueves Cristina no echó a Moyano, ni siquiera es posible saber si algún día los echará como hizo Perón con los montoneros, pero lo que es innegable es que el principal objetivo político de la Presidenta desde la muerte de su esposo es sacarse de encima a Moyano, o algo parecido. Todo lo demás es adjetivo, esto es lo único sustantivo.
Pero no es que Cristina esté haciendo algo distinto a lo que hubiera hecho Néstor, sino que está cumpliendo al pie de la letra lo esencial de su legado. Él, tarde o temprano, hubiera hecho lo mismo, pero más tarde que temprano porque Moyano no le estaba discutiendo todavía la conducción del movimiento. Sin embargo, desde que murió Néstor, el sindicalista tomó la decisión de discutírselo a Cristina. Por eso Cristina tiene que intentar sacárselo de encima más temprano que tarde, antes que se la saquen de encima a ella. (...)
Con su muerte, Néstor se marmorizó, se hizo mito, mientras que toda la oposición externa al kirchnerismo se momificó, se fue con él, se evaporó, dejó de ser parte de la realidad política. Por lo tanto, la lucha por el poder devino absoluta y acabadamente interna, solamente peronista.
Hoy se están dando los primeros aprontes de la singular guerra que ocupará enteramente el próximo gobierno de ser éste justicialista, como hoy casi todo lo indica. Una guerra donde pugnarán las tres vertientes del justicialismo: la sindical o laborista, la conservadora u ortodoxa y la populista que encarna el kirchnerismo. Por ahora, el cuerpo del justicialismo está en manos del sector conservador que domina Buenos Aires y casi todas las provincias, las venas están en manos del sindicalismo y la cabeza en manos del kirchnerismo. Difícilmente habrá armonía, porque los tres sectores aspiran a la hegemonía, no a la convivencia, salvo transitoriamente. No será una lucha ideológica, sino lisa y llanamente por el poder total.
Al quedarse sin Néstor, Cristina se quedó sin el país de las maravillas donde ella podía lidiar los combates de los cielos mientras él libraba las batallas de la tierra. Desaparecieron también los milagros a través de los cuales podía existir un solo poder en dos cuerpos diferentes, sin contradicción ni disputa alguna.
Ahora Cristina entró, en soledad, al país del espejo, donde todo ha sido trastocado y los valores establecidos, invertidos.
Donde ella sufre en carne propia lo que ambos (ella y él, cuando él aún vivía) intentaron hacer con el país todo. (...)".
Fuente: Urgente24
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